Más de lo que imaginé

 En estos 5 años pasé por todo, me perdoné, salí a buscar y no encontré, encontré sin buscar, tuve ganas de nada, nadé en ganas de tener,  me enamoré, como nunca, única, bella, y se terminó, y está bien; estoy agradecido. 

 Es aquí, en este punto, cuando estaba en un estado al que pensé que jamás volvería, y mucho menos, con tanta fuerza y fe, que comencé a escribir las tres primeras canciones que abren el álbum, así de simple, así de honesto quiero ser ahora, soy del tipo de compositor que escribe cuando tiene algo que contar, cuando es imperativo, que no tiene sicólogo, tiene guitarra, y que termina de procesar sus verdades (aunque sean sólo eso) cantándolas.

Soy de los que le creyó a Subiela (q.e.p.d.) esa cursilería de abrirse el pecho y regalarme el corazón a una mujer, y así, sigo siendo ese hombre que tiene el corazón mirando al sur. 

 De las 12 canciones aquí dadas, una es de mi amigo, el director de orquesta y connotado compositor clásico, Rodrigo Macias, que escribió esta joya musicalizando un poema de su abuelita, Victorina Mayer, al que le hizo una música que sólo puede aparecer en una mente brillante, es la primera vez que grabo un “Cover” en un disco mío de cantautor, cuando la escuchen entenderán que esa ternura, esa inocencia casi naif con la que está expresada la desilusión amorosa no podría plasmarse de mejor manera, creo que la canción llegó a mi por una razón, y está aquí por ella. 

De las otras canciones, hay 6 que son co-escritas con colegas que admiro y quiero entrañablemente, de estas canciones quiero contarte una anécdota. 

 Mi hija se fue a vivir a otro país, con escasos siete años, y al regreso después de su primer año viviendo con “otro papa”, un día en la alberca, jugando conmigo y mi otro hijo, me dejó ver que se auto censuraba al, naturalmente, decirle “papito” al nuevo esposo de su mamá, que para mi suerte, es un ser humano maravilloso. 

 Recuerdo que sentí un vacío en el corazón cuando imaginé el estrés emocional sin fundamento que esto podría causar en mi niña, y un rato después, mientras cocinaba y ella veía una película de princesas, le pregunté en voz alta si había hablado con “papito” ese día, a lo que ella me respondió (con cara de “¿Queeeeé?”), negativamente, yo entonces tomé el teléfono y marqué a su celular, en altavoz me contestó muy amablemente “papito” a quien le pregunté:  

 ¿Papito!? ¿Como estàs?, mirá, te llamo para que te saludés la enana… Isabel –dije– es “Papito“…  

 Con está oportunidad que me dio mi hija de crecer, de abrir el corazón y entender, me di cuenta que también tenía algunas “hijas” que había parido y que era el momento de dejar en manos de otro hombre, para que las criara, les diera carácter, dirección, valores, verbo. 

Entonces eché mano a unas melodías que había escrito en algún momento, inclusive escribí melodías nuevas, y busqué padres, para que terminaran de criar a mis niñas, y así, una parte de este disco responde a esa forma de “paternidad compartida” que me enseñaron Jose Obando e Isabel Quesada.

Más de lo que imaginé – 2017